Cuando la artrocentesis no logra el resultado deseado o existen indicaciones clínicas de mayor complejidad, la artroscopia de la ATM se presenta como el siguiente paso de mínima invasión. Este procedimiento ambulatorio permite visión directa del compartimento superior y tratamiento preciso de las lesiones, sin necesidad de cirugía abierta.
Se reserva para disfunciones internas avanzadas de la ATM que no mejoran con artrocentesis o tratamientos no quirúrgicos, o cuando existen indicaciones funcionales claras que requieren un abordaje más completo.
Se realiza una incisión preauricular mínima para introducir un pequeño endoscopio con cámara en el compartimento superior. Mediante un segundo puerto se infunde solución salina —y, opcionalmente, anestésico local o ácido hialurónico— que limpia la cápsula y mantiene el campo visual despejado. Bajo visión directa, el cirujano inspecciona la membrana sinovial, el disco y las estructuras articulares.
Técnica básica similar a la artrocentesis, pero bajo control visual. Se infunde solución salina a presión moderada y se drena por la segunda cánula. Con movimientos de barrido del artroscopio se rompen adherencias leves y se eliminan fragmentos patológicos, mejorando inmediatamente la lubricación y la movilidad del disco.
Modalidad avanzada con cánulas adicionales que permiten introducir instrumentos quirúrgicos finos para:
Al finalizar, se infiltra ácido hialurónico o PRF (fibrina rica en factores de crecimiento) bajo visión directa para potenciar la regeneración de los tejidos.
En general, la artroscopia de la ATM no solo consiste en limpiar e infiltrar, sino que también permite manipular y reparar tejidos patológicos con gran precisión. Esto suele traducirse en un mayor aumento de la apertura bucal y un mejor control de los síntomas en casos complejos, especialmente cuando la artrocentesis no ha sido suficiente.
Tras la artroscopia, la recuperación también suele ser rápida, pero requiere cuidados en casa: reposo mandibular con cabeza elevada y frío local 48 h; dieta blanda 1–2 semanas; ejercicios suaves de apertura (10–20 repeticiones, 3 veces al día) iniciados a las 24–72 h; medicación con analgésicos, antiinflamatorios y, si procede, relajantes musculares; y revisión médica a las 2–3 semanas para valorar la evolución.
No. En la mayoría de los casos se opta por tratamientos conservadores, como férulas, fisioterapia o medicación. Solo si estos no funcionan, se consideran técnicas mínimamente invasivas como infiltraciones o artroscopia, y muy pocas veces se recurre a cirugía mayor.
El estrés puede provocar tensión muscular en la zona mandibular y favorecer hábitos como el bruxismo (apretar o rechinar los dientes), lo que sobrecarga la articulación y agrava los síntomas. Por eso, en MaxiloTeam se contempla también el control del estrés como parte del tratamiento integral.
Estas técnicas, como la artrocentesis o las infiltraciones, son poco agresivas, permiten una recuperación más rápida, alivian el dolor, mejoran la movilidad y en muchos casos evitan la necesidad de intervenciones quirúrgicas mayores.